Fight Hunger, Save Lives
Rasha fled to Lebanon nine years ago, escaping Syria under the cover of night. In this new land, she built a fragile life, raising six beautiful children. The journey was never easy, but for the first time in years, she dared to dream. Lebanon, though foreign, held the promise of safety—of a future where her children could grow and thrive.
But dreams break easily when the world is cruel. As Syrians in Lebanon, they became targets of hate. Hospitals turned them away, public schools closed their doors to their children. A country that promised refuge offered nothing but rejection. Their wages fell to mere pennies—$100 a month—leaving them with nothing but bare survival.
And then, even their safety was stolen. War found them once more, following them to the place where they had hoped to rebuild. No hope can withstand two wars. It shattered them, pushing Rasha and her family into the depths of despair. But despite the brokenness, every morning she rises, pretending to be strong. She forces herself to see the light in a darkened world—for her children.
Her children, who tremble at the sound of bombs in the night. Her children, who go to bed with empty stomachs. Her children, who are the center of her universe, even as it crumbles around them. Rasha cannot go back to Syria; there is nothing left for her there. She cannot seek safety elsewhere; no country offers her refuge.
She has no choice but to stay, to endure, to fight for her family. But hunger, silent and relentless, threatens to claim them before the war does. She needs to find a way, any way, to feed her children.
Please, help Rasha in her battle to survive.
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Lucha contra el hambre, salva vidas
Rasha huyó al Líbano hace nueve años, escapando de Siria al amparo de la noche. En esta nueva tierra, construyó una vida frágil, criando a seis hermosos hijos. El viaje nunca fue fácil, pero por primera vez en años, se atrevió a soñar. El Líbano, aunque no era su hogar, ofrecía la promesa de seguridad, de un futuro donde sus hijos podrían crecer y prosperar.
Pero los sueños se rompen fácilmente cuando el mundo es cruel. Como sirios en el Líbano, se convirtieron en blanco del odio. Los hospitales los rechazaron y las escuelas públicas cerraron sus puertas a sus hijos. Un país que les prometía refugio no les ofreció nada más que rechazo. Sus salarios se redujeron a unos pocos centavos (100 dólares al mes), dejándolos con nada más que la mera supervivencia.
Y luego, incluso su seguridad fue robada. La guerra los encontró una vez más, siguiéndolos hasta el lugar donde habían esperado reconstruir sus vidas. Ninguna esperanza puede soportar dos guerras. Los destrozó, empujando a Rasha y a su familia a las profundidades de la desesperación. Pero a pesar del dolor, cada mañana, Rasha se levanta, fingiendo ser fuerte. Se obliga a ver la luz en un mundo oscuro... por sus hijos.
Sus hijos, que tiemblan al oír el sonido de las bombas por la noche. Sus hijos, que se van a la cama con el estómago vacío. Sus hijos, que son el centro de su universo, aunque éste se esté desmoronando a su alrededor. Rasha no puede regresar a Siria; allí no le queda nada. No puede buscar seguridad en otro lugar; ningún país le ofrece refugio.
No tiene más opción que quedarse, soportar y luchar por su familia. Pero el hambre, silenciosa e implacable, amenaza con llevárselos antes de que lo haga la guerra. Necesita encontrar una manera, cualquier manera, de alimentar a sus hijos.
Por favor, ayuda a Rasha en su lucha por sobrevivir.