PLEASE HELP THEM ENDURE THIS WINTER
My name is Bashar Salah. I’m from Syria, but life brought me to Burj Al-Barajneh in Beirut. We lived in the refugee camp until the strikes forced us out of our home. Now my wife, my four children, and I are sleeping on the street. Beirut is suffocating; there is no work, no hope to make things even a little better.
My brother and I once survived the war in Syria together. I left to escape it; he stayed and endured. We used to joke that no war could ever bring us down. And in a way, we were right—he survived the war. But he couldn’t survive the earthquake. He had taken a job as a builder in Aleppo, far from home, and when the building collapsed on him, he was lost. I hadn’t seen him in years; now I will never see him again.
That loss broke me. I spent days trying to remember our last conversation, but I only recall that we didn’t hug when we said goodbye. I wish I had hugged him. He left behind a wife and three children, and so my sister and I send them money every month. He cared for them, and it feels like the least we can do in his absence. I see him in his children; in some way, his spirit lives on in them.
But for two months, I haven’t been able to work. I can no longer support his family, and every day the landlord in Syria tells me they need the rent, but I can’t even shelter or feed my own children here. Living in Lebanon is in scary, winter is near, and we’re exposed to the cold, hungry, and without options. I am desperate, weighed down by the struggle of trying to care for two families. I am tired and helpless. I have never felt so alone.
Please, I need help.
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POR FAVOR, AYÚDALES A SOBREVIVIR AL INVIERNO
Me llamo Bashar Salah. Soy de Siria, pero la vida me trajo a Burj Al-Barajneh en Beirut. Vivimos en ese campo de refugiados hasta que los ataques nos obligaron a abandonar nuestra casa. Ahora mi mujer, mis cuatro hijos y yo dormimos en la calle. Beirut es asfixiante; no hay trabajo, no hay esperanza de mejorar las cosas ni siquiera un poco.
Mi hermano y yo sobrevivimos juntos a la guerra en Siria. Yo me fui para escapar de ella; él se quedó y aguantó. Solíamos bromear diciendo que ninguna guerra podría acabar con nosotros. Y en cierto modo, teníamos razón: él sobrevivió a la guerra. Pero no pudo sobrevivir al terremoto. Había aceptado un trabajo como constructor en Alepo, lejos de casa, y cuando el edificio se derrumbó sobre él, no tuvo salida. No lo había visto en años; ahora nunca lo volveré a ver.
Perderle me destrozó. Pasé días intentando recordar nuestra última conversación, pero solo recuerdo que no nos abrazamos cuando nos despedimos. Ojalá le hubiera abrazado. Dejó atrás a una esposa y tres hijos, así que mi hermana y yo les enviamos dinero todos los meses. Él los cuidaba y para nosotros es lo mínimo que podemos hacer en su ausencia. Lo veo en sus hijos; de alguna manera, su espíritu sigue vivo en ellos.
Pero desde hace dos meses no puedo trabajar. Ya no puedo mantener a su familia, y todos los días el propietario de su casa en Siria me dice que necesita el alquiler, pero ni siquiera puedo dar techo o alimentar a mis propios hijos aquí. Vivir en el Líbano da miedo, el invierno está cerca y estamos expuestos al frío, hambrientos y sin opciones. Estoy desesperado, agobiado por intentar cuidar de dos familias. Estoy cansado e indefenso. Nunca antes me había sentido tan solo.
Por favor, necesito ayuda.